sábado, 27 de julio de 2013

Un globero en los Pirineos (Capítulo 4 - Tourmalet/Luz Ardiden)

Después de las buenas sensaciones que me dejó ayer la subida a Hautacam, afrontaba el día de hoy con grandes esperanzas de hacer una buena ruta. Además iba a tener la visitia del amigo Miguel que se acercaba en un voleo desde Castro Urdiales. Quiere aprovechar para conocer al Gigante de los Pirineos.

 
 Nos movemos un poco en coche, acercándonos a Luz Saint Sauver para evitar que se nos pueda echar el tiempo encima. Yo no tengo prisa, pero Miguel quiere volver pronto al pueblo.
 
Así, una vez iniciada la marcha, llegamos muy pronto a Luz donde da comienzo el coloso pirenaico. Nos lo tomamos con calma, porque el asunto tiene para rato. El día es, de momento, fresco y soleado; vamos a tener buenas vistas.



 
 
Poco a poco vamos haciendo camino, charlando y, sobre todo, escuchando las batallitas que le voy contando al amigo.

 
Pasamos Baréges, con tranquilidad y sin agobios. Llegamos a una zona que es nueva para mí: la Vía Laurent Fignon. Una nueva ruta que han acondicionado sólo para bicis y que te acerca a las inmediaciones de la cima por una variante, por así decirlo. Decidimos dejarlo para otra vez, hoy vamos a subir por lo mítico.


 
Tras pasar la estación de esquí llegamos a la zona abierta, ya no tendremos más sombras. No importa, porque hasta se agradece el sol y la vista hacia las cimas de las montañas es espectacular.
 
 
 
 
Pasan los kilómetros y nos acercamos a la cima. Vamos rebasando a un montón de gente que se le toma aún más tranquilamente que nosotros y llegamos al arreón final que supone el último kilómetro. Me doy cuenta de que Miguel está disfrutando a tope de la subida y coronamos con alegría.
 
 
Las fotos de rigor y pronto para abajo que nos espera la conquista de Luz Ardiden.
 

 
Bajada muy rápida hasta Luz y enseguida comenzamos la faena. Ya desde el principio no me gusta nada como marcho, hace muchísimo calor (nos movemos entre los 35º-38º) y voy totalmente asfixiado.
 
 
Aguanto por Miguel, pero los kilómetros se me hacen durísimos. Y ya está, en una curva abandono, lo dejo, no puedo más.
 
 
 
El compañero está decidido a subir hasta arriba y yo le digo que le espero en el pueblo. Bajo tranquilamente y en cuanto llego a Luz busco un supermercado donde me tiro a la nevera: dos coca colas y dos powerade. Busco una sombra y a beber.

Al rato baja el campeón que ha llegado hasta arriba, con dos huevos. Volvemos al coche y al campamento, donde damos buena cuenta de un gran plato de pasta. Miguel se marcha enseguida, quiere llegar pronto a casa... estamos en plena Eurocopa.




A.