martes, 28 de mayo de 2013

Un globero en los Pirineos (Capitulo 3 - Hautacam)

La salida anterior con la visita al Tourmalet me dejó cansado de verdad. Así que amanecí sin ganas de bici y me dediqué a la familia, a la piscina y a visitar Lourdes.

Pero ya sabemos como somos los ciclistas, por la tarde ya estaba ansioso de coger la máquina y dar unas pedaladas.


Así que aprovechando el excelente día me fui a recorrer el carril-bici que discurre paralelo a La Gave de Pau.
 
 
De vuelta para el campamente me encuentro animado y pienso en acercarme hasta Hautacam, es uno de los fijos en la colección, pero que combinado con otros puede que sea mucho para mí. Así, que tras no pensarlo mucho, tiro para delante en busca de la subida a este coloso.
 
 
Sólo tengo que seguir las señales para encontrarme al inicio de la cuesta y encaminarme a sufrir durante un ratillo.
 
 
Los porcentajes pronto se ponen serios y enseguida se consigue una bella vista sobre el valle.
 

 
Se continua rodando entre colinas que no te permiten alargar la vista, hay tramos que me resultaron muy duros y cerca del final se abre la montaña y nos permite ver el final de la ascensión.
 
 
Pero el asunto tiene su truco. Una vez que se llega a la explanada donde finalizan las etapas del Tour, se puede continuar por una carretera que sale a la izquierda para alcanzar el Col de Tramassel, con lo que se gana más altitud y se incrementa la dureza total de la subida.
 
 
He recuperado las buenas sensaciones que me hacen ser optimista para próximas salidas y he aumentado las muescas en la consecución de subidas. ¡Bonita tarde!
 
 
 
 
A.





 


 

Un globero en los Pirineos (Capítulo 2 - Tourmalet)

Tras la visita al rey de los Pirineos por la vertiente de Luz Saint Sauveur que hicimos el año pasado tenía en mente aprovechar esta oportunidad para visitar al "gigante" por su otra cara.
 
 
Para ello iba a tener que dar un largo rodeo hasta llegar a Bagnères de Bigorre y además tirar de mapa para tratar de encontrar una ruta adecuada.
 
Una vez planificado el recorrido me puse manos a la obra en un día espectacular en cuanto a la parte climatológica. Ni una nube en el cielo.
 
Salgo de Argeles camino de Boo-Silhen con un buen ritmo que pronto se rompe al chocar con unas rampas más que importantes. Pienso que me he equivocado al elegir este camino, pero pronto la cosa se vuelve más normal y se disfruta horrores del entorno. Camino hacia Ger, Lugagnan y atravieso Juncalas sin ver un solo coche en todo el recorrido.
 

Pronto empieza un puerto largo, pero muy tendido por el que marcho con un ritmo alegre. Me encuentro con muchos ciclistas a los que voy rebasando y dejando atrás.
 
 
Llego a Neuilh y desciendo hasta Bagnères de Bigorre, donde se gira a la derecha sin temor a perderse porque está perfectamente indicado el camino.
 
 
Tras un largo llaneo, la carretera empieza a "picar" hacia arriba, muy suave, pero se nota. El calor empieza a apretar. Paso Campan y voy con atención porque estoy buscando uno de los lugares míticos en la historia del ciclismo. ¡Ahí está! Poco antes de entrar en Sainte Marie de Campan se encuentra una pequeña casa que antiguamente fue una fragua. En ella, hay un placa que recuerda la peripecia que vivió el gran corredor francés Eugène Christophe durante el Tour de 1913.
 
 
Christophe iba excepcionalmente colocado en la General y ansiaba llegar a los Pirineos donde espera lanzar su ataque y colocarse al frente de la clasificación. Durante la sexta etapa, Bayona-Luchon, la situación no se le podía poner mejor. En Oloron Sainte-Marie, el líder , Defraye estaba a 11 minutos por detrás, 14 de Eux-Bonnes, 60 en Argeles, tras haber sobrepasado el Aubisque.
 
Eugène Christophe en el Aubisque - Tour 1913
Christophe estaba volando por las cimas y sentenciando el Tour. En Bareges, en la subida del Tourmalet, ya había dejado a todos los rivales muy atrás, excepto al belga Philippe Thys, que era el único que le veía en la distancia.
 
Christophe llegó a la cima del gran coloso y se detuvo para cambiar la rueda trasera de posición y tener así un desarrollo más adecuado para la bajada.

Habla Christophe:
"Descendí a  toda velocidad hacia el valle. De repente, a unos diez kilómetros de Ste-Marie-de-Campan, siento que algo anda mal con mi dirección. No puedo controlarla más. Presioné los frenos y me detuve. Veo que mi horquilla se ha roto.
Y allí me quede solo en el camino y estaba llorando de rabia. Empecé a buscar un atajo, pensé que tal vez uno de esos senderos que salían de la cuneta me llevaría directamente a Ste-Marie-de-Campan, pero  lloraba tanto que no podía ver nada. Con mi bicicleta en mi hombro, caminé durante más de diez kilómetros. Al llegar a la aldea en Ste-Marie-de-Campan,  me ayudó una chica joven que me llevó a la herrería al otro lado de la aldea. La herrería era del  señor Lecomte". 
 Tardaron más de dos horas en llegar a la herrería. Lecomte se ofreció para soldar la horquilla trasera rota, pero un arbitro de la prueba y los responsables de los equipos rivales no se lo permitieron. Las reglas de entonces sentenciaban que los ciclistas eran los responsables de la reparación de sus bicicletas. Christophe se dedicó entonces a hacer la reparación tal como Lecomte el herrero le indicaba. Tardó tres horas y además el juez de carrera le penalizó con 3 minutos porque Christophe  había permitido que un niño de siete años de edad hiciera funcionar el fuelle para él.
 
 
 
Después de llenarse los bolsillos de comida, Christophe arrancó para subir dos montañas más, el Aspin y el Peyresourde y, terminar la etapa en el séptimo lugar.
 
Impresionante la historia. Así que me recreo en el lugar, rememorando los hechos y tratando de asimilar lo que era el ciclismo entonces.
 
De vuelta a la faena del día, entro en Saint Marie de Campan y me doy de bruces con la famosa fuente. Aprovecho para rellenar los bidones, comer algo y renovar los ánimos, porque aquí es donde se puede decir que empieza de verdad la subida.
 
 
Hasta Gripp las piernas van entrando en calor, pero a partir de aquí la subida se hace muy dura. El calor es muy fuerte y los porcentajes de ascensión son de los buenos.
 
 
La carretera discurre entre árboles, por lo que las sombras hacen un poco más llevadero el asunto. Se alcanza altura rápidamente y, a veces, se intuyen unas vistas espectaculares.
 
 
Se acaba el arbolado, aparece el paisaje típico de la alta montaña y la dureza no decrece ni un ápice. Llego a la zona de las famosas viseras y vislumbro a lo lejos las estación de esquí de La Mognie.
 
 
 
 
El calor me está matando y no hago más que beber y remojarme. Adelanto a algún ciclista que va incluso peor que yo. El paso por La Mognie es demoledor, unas infernales rampas me castigan sin piedad; pero poco a poco voy dejando atrás este sitio que no me gustó nada.
 
 
 
 
Quedan poco más de tres kilómetros y se ve totalmente la carretera hasta el mismo collado. Sobrevivo como puedo, avanzo lentamente y encaro el kilómetro final duro de verdad. Mucha gente en la zona que me anima en varios idiomas, pero no estoy para risas y me limito a pedalear con dignidad.
 
 
 
Llego a la cima de este coloso por segunda vez y la emoción es tremenda. Hay multitud de gente y no me entretengo más que a hacerme la foto de rigor.
 
 
 
 
Y ahora a descansar. Sé que hasta Argeles es todo bajar así que me tomo la cosa con calma, tampoco estoy para grandes alegrías. Me limito a dejarme caer, a disfrutar de la carretera y de la historia que tiene encima.
 
 
A.


lunes, 27 de mayo de 2013

Un globero en los Pirineos (Capítulo 1 - Cambasque/Pont d'Espagne)

Después de la incursión del año anterior con los colegillas a la zona pirenaica de Argèles-Gazost, me quedé con ganas de más, de mucho más. Así que, tras iniciativa de Itziar, me dispongo a pasar una parte de las vacaciones en el camping ya conocido y aprovechar para afrontar la subida a las numerosas cumbres míticas de la zona.

Para el primer día me preparo una ruta que me parece "fácil". Consiste en acercarse a Cauterets y desde aquí subir primero a la estación de esquí de Le Cambasque, lugar que vió al gran Miguel Induraín ganar su primera etapa en el Tour de Francia.

 
 
 
 
El día amanece fresco y nublado, pero las perspectivas son buenas así que con ánimo abandono el campamento base.
 
 
 
Camino por terreno conocido y en Pierreffite-Nestalas tomo el desvío a la derecha que ya había visto en otras salidas por aquí. Y nada más hacerlo la carretera se empina y se nota que la subida comienza en serio. Aunque todavía es muy, muy llevadera. Y como me suponía, el cielo se abre y ya aparece el sol que envía unos ánimos que vienen muy bien.
 
 
 
Durante gran parte de la subida me acompaña la Gave de Cauterets, que va dejando imágenes de gran belleza.
 
 
 
Tras pasar por la localidad de Cauterets y remontar sobre ella siguiendo el discurrir de la carretera, aparece un cruce a derechas, perfectamente indicado que no llevará a la primera meta del día. Nada más tomarlo la carretera se pone seria de verdad, con unas rampas y unos kilómetros importantes en cuanto a dureza.
 
 
 
 
La carretera va discurriendo a través de unas bonitas y duras curvas de herradura que no dan tregua en la subida.
 
 
Tras unos tres kilómetros duros, la carretera da una tregua muy grande y se va intuyendo la llegada del fin. Así que ante mi aparece la estación de esquí, que esperaba fuera de otra manera.
 
 
Una mirada atrás para ver la parte final de la subida.
 
 
Y un detalle del perfil de la cuesta que he acabado de subir.
 
 
Media vuelta y bajada hasta alcanzar el cruce para girar a la derecha y comenzar la subida de 7 kms que me llevarán hasta Pont d'Espagne. La subida es muy bonita, con muchas curvas de herradura y salpicada de cascadas.
 
 
Empieza suave, pero tiene una zona intermedia interesante, finalizando de nuevo de forma cómoda. Se llega a una amplia explanada (parking) y aquí se acaba la carretera.
 
 
La pareja que me hace la foto me pregunta si no voy a subir hasta el famoso puente. Le digo que no tengo ni idea, que ya no veo más carretera. Pero me dicen que bordeando este edificio se puede seguir subiendo hasta el puente. No me lo pienso dos veces y voy allá. Y merece la pena...
 
 
 
 
Una altimetría de la subida.
 
 
Y el perfil del recorrido efectuado:
 
 
Vuelta al campamento con un gran sabor de boca y esperando con ansiedad las próximas aventuras por estas espectaculares carreteras.
 
 
 
A.